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EL JARDÍN DE LAS DELICIAS
El Jardín de las Delicias está en relación con el mito del Paraíso Terrenal, tema de origen bíblico-oriental, difundido en Occidente, sobre todo, por los autores cristianos y la literatura religiosa a ellos atribuida.
El mito del Paraíso Terrenal como estado original de felicidad, que se confía poder alcanzar algún día, es universal. Se encuentra tanto en la literatura de los pueblos sumerios, como entre los guaraníes o los aztecas. En nuestro mundo occidental fueron particularmente los Padres de la Iglesia, quienes más énfasis pusieron en su búsqueda y explicación.
En la literatura medieval cristiana hay, a partir del s. XI, un conjunto de leyendas en las que coinciden tres características esenciales:
- Relaciones fantásticas de viajes marítimos con visita a maravillosas islas y con prodigios aventuras.
- Protagonistas aventureros, bien sean conquistadores o monjes, de difícil identificación.
- Objetivos religiosos del viaje: propagar la fe, encontrar la isla del paraíso terrestre, etc.
Especialmente famosa para nosotros es la navegación de San Brandán, monje irlandés de los siglos V-VI, quien en compañía de catorce religiosos, emprende la búsqueda hacia Occidente de la Tierra de Promisión. La historia de tan fantástico viaje se escribión en latín hacia el s. IX con el título de Navigatio Sancti Brendani.
El archipiélago maravilloso al que arriban (en el que también se encontraba una isla-ballena) los monjes irlandeses en busca del paraíso se reduce, con el tiempo, a una sola isla huidiza, que navega a la deriva y que se esfuma en cuanto uno se acerca.
Esta isla ha recibido innumerables denominaciones (San Barandán, San Blandán, San Brandán, San... Borondón), derivadas todos del epónimo del protagonista.
En el siglo pasado un autor como E. Correa Calderón (Teoría de la Atlántida y otras historias fabulosas, Madrid, 1959) sostenía lo siguiente: “... son tan precisas las coincidencias topográficas, tan minuciosos los datos que la crónica latina nos da, que no puede menos de identificarse este prodigioso paraíso de San Brandán con las islas Afortunadas, tan graciosamente recortadas en el costado de África”. Y, a renglón seguido, hace las identificaciones de turno, fijándose en tal o cual detalle.
